“El proyecto del documental ‘Priorat’ nace hace cuatro años en el Festival Memorimage de Reus. Presentábamos ‘Entre el cel i la terra’, un documental sobre cómo se salvaron las marismas del Ampurdán, en el que unos jóvenes se pusieron delante de las excavadoras y pararon las obras de una macrourbanización. En Reus, una persona nos comentó que esa historia le recordaba a la del renacimiento del Priorat, donde unos forasteros se instalaron para hacer grandes vinos. Mientras volvíamos en coche a Barcelona con el productor, Tono Folguera (Lastor Media), nos dimos cuenta de que se trataba de una historia épica y, por tanto, había un documental fascinante”, explica el realizador David Fernández de Castro.

UNA HISTORIA HUMANA

“Desde el inicio teníamos muy claro que no era un documental sobre vino. Queríamos explicar la historia humana que había detrás de los vinos”, aclara el director, “porque nos parecía muy interesante centrarnos en los procesos humanos tan azarosos que se produjeron: los locales resistiendo, unos jóvenes forasteros medio hippies que llegan llenos de entusiasmo, un territorio durísimo como es el Priorat...”.

El punto de partida es el año 1979: “El Priorat era la comarca mas deprimida y envejecida de Catalunya. Y es cuando llegó René Barbier. Los locales sabían que tenían todos los elementos para hacer grandes vinos, pero les faltaba modernización y contactos para conseguir un impulso. Por el contrario, René y los que le acompañaron venían del sector comercial del vino. Así que ellos aplicaron los modernos procesos de maduración y, lo que es más importante, el ‘relato’ de la singularidad de ese ‘terroir’, para que los medios de comunicación, sumillers y distribuidores se interesasen. Ambos mundos, el local y los forasteros, unieron sus fuerzas y pusieron el Priorat en el mapa vitivinícola mundial en un período de tiempo increíblemente corto. Es un caso único en el mundo”.

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El documental de David Fernández de Castro se adentra en una historia humana.

UN WESTERN DE PIONEROS

“Nosotros decíamos, medio en broma, que la película era como un western, de esos de pioneros que llegan con la caravana a un territorio hostil… Queríamos que tuviese una factura muy anglosajona, mezclando recursos del cine, como las recreaciones, con un formato clásico de documental con entrevistas. Que fuese ágil y que se entendiese muy bien la singularidad de la historia”, continúa el realizador.

“Para poder mostrar la belleza del oficio de hacer vino y del paisaje del Priorat teníamos muy claro que, como mínimo, rodaríamos durante un año. Enseñaríamos todo el ciclo de la maduración del vino y las cuatro estaciones en el Priorat, que, siendo viñas, varía mucho. Luego, por problemas de financiación, llegamos a estar casi dos años con el tema. Filmamos, principalmente, en la comarca del Priorat, que tiene mil rincones sumamente fotogénicos. Luego hicimos entrevistas a especialistas en Londres, Madrid, Barcelona y Girona”, explica David Fernández de Castro. Además de Barbier, la película conversa con Carles Pastrana, Josep Lluís Pérez, Daphne Glorian o Álvaro Palacios.

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Josep Lluís Pérez, otro de los invitados de la película.

UNA CATA GENERALISTA

“Nos dirigimos a un público generalista, no especialista, y procuramos que le pueda interesar desde al amante de los vinos, hasta el espectador de documentales. Es por ello que empleamos una estructura lineal en tres actos de presentación, nudo y desenlace”, asegura el cineasta, que ya ha comprobado la reacción de sus invitados: “Siempre es complicado mostrar un documental a los protagonistas, porque saben mucho del tema y encuentran infinidad de carencias. Les ha gustado mucho aunque, como digo, a algunos les hubiera apetecido que incluyésemos tal o cual aspecto, ¡pero entonces el documental habría durado tres horas!, y sólo habría interesado a los muy iniciados en el tema”.

¿Y tiene Fernández de Castro algún momento preferido? “Sí, uno que cada vez que lo veo me emociona, y es el final”, responde: “Era un tema complicado centrarse en la historia épica de los cinco forasteros que fueron al Priorat a hacer vino sin que los locales, que resistieron allí, se sintiesen excluidos. Y, al final del documental, son los propios forasteros los que reconocen que sin la tenacidad de los veteranos prioratinos que conservaron las viñas y que les enseñaron a cultivar allí, no habrían podido lograr lo que lograron”.